jueves, 1 de julio de 2010

La espina, la rosa (mala cosa)

Lo reconozco, no tendría sentido tratar de ocultarlo. Si, soy como la mala rosa, la que incendia con fuego el sabor de los besos que luego apaga con lluvia de dolor. En mi semejanza a la flor, no me dicen lindo o de linda ni mucho menos hermoso o de hermosa, me dicen, eso si, que como mala rosa, hundo mis espinas en la hierba del amor sin ningún pesar. Y por qué negarlo si las cicatrices que llevo en el alma florecen en ojos de largas pestañas, perdidos deseos que el viento me robó. Y río ante mi humo, le sonrío a mi copa, no me justifico, claro, soy mala cosa: Huye de mí. Simplemente soy eso, como una mala rosa, la de los pétalos rotos que el revolver de tus besos así dejó. Y si aun así sigues dudando de quien soy, yo soy el odio, la avaricia y cada gramo de rabia que habita en ti. A veces las apariencias engañan. A veces el engaño es pura apariencia. La verdad sólo tiene un camino. (No tiene porque ser un camino de rosas).

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