viernes, 4 de noviembre de 2011

De Cine

Se plantó allí, gritando y riendo. Desquiciando y espabilando a todos cuantos se encontraban a su alrededor. Lidió contra la hipocresía y el cinismo con argumentos. Le tocó los huevos a los acomodados, a los poderosos, a los diseñadores del sistema ilustrado que lo encajonaba. Sí, era un criminal, un terrible criminal. El más simpático, trepa, vago y sucio Jack Nicholson. Y sencillamente: Lo bordó.


Nos demostró que en todo lo que se supone malo hay bueno, y en lo que se supone bueno hay malo. Y nos hizo reír, llorar, nos llegó. Y toda la pléyade de estupendos locos que lo secundaban merecían compartir con él el Oscar. Nnos hicieron creer, por unos minutos, que eran doctores en medicina (Apoteósico momento). Aplausos para esa enfermera mala y cabrona que en el fondo da más miedo que cualquier asesino en serie de la mejor película de terror.

Milos Forman dirigió con brillantez, alternando primeros planos con medios de una exquisitez que no tiene nombre. Y la música hizo el resto. Y los diálogos. Y el montaje. Y el final. Y el jefe. Porque nos encanta el jefe. Porque algunas películas nos dan de lleno en las entrañas. Son de lo más cuco…

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