Si nos paramos
a leer libros de aeronáutica (hacerlo en movimiento es más complicado),
encontramos información contrastada que nos indica que un abejorro no puede
volar debido al tamaño y forma de su cuerpo en relación a su superficie de alas,
lo que sucede es que el pobre bicho ignora tal información y por eso sigue
volando.
Ocurre
que a veces uno huye de si mismo, y hasta duda o desconfía de sí,
afortunadamente muchas veces somos demasiado curiosos y volvernos a nosotros
vez tras vez, ignorando lo que la ciencia, la física o las normas escritas
puedan explicar formando nuestra propia tempestad con nuevos rayos, soles,
truenos y nubes. Y el abejorro sigue volando…
Espero que sigamos siendo abejorros por muchos años! Gracias Sergi
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