viernes, 8 de junio de 2018

Hachas

Sé que las sensaciones no se pueden almacenar, que no son como videos o fotografías. Sé que las sensaciones son cosas que añoramos, como cuando ves a tus hijos irse en el coche del abuelo, van en los asientos de atrás, te miran, te saludan resignados como diciendo por qué no te vienes con nosotros. Te sonríen y se despiden moviendo la mano. Eso es lo que tienes que aprender a manejar con el paso del tiempo para no ir directo al acantilado más cercano y saltar sin pensar demasiado. A veces las emociones son demasiado fuertes para ser contenidas dentro de un cuerpo humano. Estamos tan acostumbrados a no ser imprescindibles para nadie que de repente serlo puede resultarabrumador. Así que ahí iba yo, los días que podía llevar a mis hijos al cole, agarrado de sus manos, aunque ellos pensasen lo contrario. Aprovechando ese contacto que sabía efímero. Se soltaban y esperaba a que volviesen, aún sé que van a volver, aún me necesitan.Sus manos se acoplan a las mías como Koji Kabuto en la cabeza de Mazinguer Z. (Es que tengo una edad, sí).

Ser escritor es como ser leñador y más si la formación surge por vía directa de la vida, de la calle. Luego claro está hay que sacar el hacha, afilarla, y sabercontar la historia, en la economía de la palabra está la fuerza de la historia. No todo el mundo sabe utilizar un hacha. Es normal, no es fácil el manejo. Más difícil es aún utilizar un hacha para tallar cosas complicadas, cosas resistentes al tiempo en su propia “fragilidad”. No, no es fácil el trabajo del creador, has de estar pendiente de demasiadas cosas. La literatura tiene demasiados frentes abiertos y lo que no se te va por el estilo se te va por la forma o por la estructura o por la construcción de los personajes o por la credibilidad de lo que cuentas o por el cierre de la historia. Bufff, dan ganas de pegarle un hachazo al ordenador y mandarlo todo a la mierda…

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