Y le llaman lujuria al deseo sexual desordenado e incontrolable. Para la Iglesia católica romana es un pecado capital, para el hinduismo es a su vez uno de los cinco males y el pobre término viene ancestralmente del latín “luxus”, es decir: Abundancia, exuberancia… ¿Lujo?. Vamos hombre, que es primavera, lo diga o no El Corte Inglés.
A lo largo de la historia, ha existido la perspectiva retrógrada e insatisfecha según la cual todo deseo sexual es lujurioso, independientemente de que éste sea o no incontrolable o esté o no dentro de los límites la obsesión o adicción. Esta perspectiva suele estar asociada a los límites que algunas religiones les imponen a sus practicantes, principalmente a los que cumplen funciones pastorales. Ahí pondríamos a algunos en los que todos estamos pensando y que durante años, muchos años negaban la evidencia de los hechos. El deseo sexual no tiene porque ser lujuria, es más bien un acto natural de casi todo bicho viviente. El abusar sexualmente de alguien, sea de la edad y condición que sea, si lo es. O debería serlo. Sea quien sea, QUIEN SEA. Dichoso latín, nos proporciona cada palabreja...
Disfrutad de un lujurioso fin de semana. Sin abusar, claro.
La comunicación que se establece entre lo que uno dice y lo que los demás entienden queda en ocasiones frenada por el impacto de la interpretación que cada uno hace de las palabras, de las ideas, de los textos... Si traspasamos la cuarta pared el diálogo será más fluído. Que todo fluya pues...
viernes, 27 de mayo de 2011
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