Se le llama destino a ese poder sobrenatural inevitable e ineludible que, según se cree, guía la vida humana y la de cualquier ser a un fin no escogido de forma necesaria y fatal. Es justo lo contrario al libre albedrío por lo que tampoco parece llevarse muy bien con lo que todo ser humano precisa, la libertad.
Existe el destino, la fatalidad y el azar; lo imprevisible y, por otro lado… lo que al parecer ya está determinado. Así las cosas, habiendo azar y habiendo destino ¿qué podemos hacer? Guiarnos por nuestro instinto y no rendirnos, no parar. A menudo encontramos nuestro destino por los caminos que tomamos para evitarlo. Son, obviamente, cosas del destino y que si no te gusta solo tú puedes cambiar.
La comunicación que se establece entre lo que uno dice y lo que los demás entienden queda en ocasiones frenada por el impacto de la interpretación que cada uno hace de las palabras, de las ideas, de los textos... Si traspasamos la cuarta pared el diálogo será más fluído. Que todo fluya pues...
miércoles, 12 de septiembre de 2012
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