Cuando estás en tu habitación, a solas por la noche, te asomas a la ventana y buscas con la mirada las estrellas, como cuando eras pequeña. A penas puedes verlas porque las luces de la ciudad de brillo artificial, apagan el brillo natural de allí arriba. Entonces piensas que muchas veces no nos damos cuenta de la belleza que hay en el mundo.
Marcas un número de teléfono y sabes que la señal viajará fuera de la atmósfera, llegará a un satélite y volverá a bajar a la Tierra. Sonarán unos tonos y alguien, al otro lado, responderá a tu llamada.
Pero tú nunca estás segura de si has marcado el número correcto.
La comunicación que se establece entre lo que uno dice y lo que los demás entienden queda en ocasiones frenada por el impacto de la interpretación que cada uno hace de las palabras, de las ideas, de los textos... Si traspasamos la cuarta pared el diálogo será más fluído. Que todo fluya pues...
jueves, 24 de septiembre de 2015
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