Cierro los ojos y siento como recorre todo mi cuerpo un deseo que me invade y me alimenta: Poder ser un piel roja. Inmediatamente dispuesto y, sobre el caballo al galope, escorado en el viento, sintiendo una y otra vez el breve latir sobre el trepidante suelo, hasta perder las espuelas, porque NO habría espuelas, hasta arrojar de sí las riendas, porque NO habría riendas, apenas la tierra por delante, un territorio vasto y salvaje apareciendo tras la cabeza del caballo…
Las paredes, las fronteras y todo tipo de barreras alimentan cada día ese deseo: Yiiiiihaaaaa!!
La comunicación que se establece entre lo que uno dice y lo que los demás entienden queda en ocasiones frenada por el impacto de la interpretación que cada uno hace de las palabras, de las ideas, de los textos... Si traspasamos la cuarta pared el diálogo será más fluído. Que todo fluya pues...
viernes, 13 de octubre de 2017
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