viernes, 17 de enero de 2020

Bola

He tenido un sueño, en él soy un detective privado novato, un defensor de las causas perdidas. En el sueño, ayudo a  descubrir a un audífono inteligente que le mentía a una pobre anciana cada vez que iba de compras. Su familia se empezó a preocupar cuando volvió a su casa con un biquini tres tallas más pequeño, un curso de piloto de Boeing en Florida y una catana, pero el caso no estalló hasta que la buena señora se compró un Lamborghini de 650 CV, con un sonriente futbolista brasileño dentro. Ella no tenía carnet de conducir, ni tampoco era propietaria de un club de fútbol, además, la perla brasileña apenas era mayor de edad. En menos de dos horas interrogando al audífono, conseguí extraerle una declaración irrefutable de inocencia. Los abogados hicieron el resto. Así que nos caen medallas para todos. Menos para la pobre anciana, claro está. A la mujer la demandó entonces su propia familia, y la FIFA, pero eso ya no era asunto mío. En mi sueño todo parecia ir de lujo hasta que la cago. Sucede a menudo que en cualquier puesto de trabajo, o en cualquier asunto de esta vida, se siente uno preparado para más y luego resulta que no lo está. Pasa en el deporte, en el amor y en los fondos de inversiones. En inglés tienen una expresión perfecta para esto, “mordiste más de lo que puedes tragar”. En español tenemos otra que funciona igual: “Mamá, se me ha hecho bola”. Como a mi este inicio de año...

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