A veces, mientras paseamos por una ciudad extranjera disfrazados para el calor, estrafalariamente preparados para el ocio, nos sorprende una tormenta. Curiosamente, y al contrario de lo que sucede con la otra lluvia, la de invierno, la que nos pilla en mitad de nuestras diversas obligaciones, esta lluvia de verano no nos causa fastidio alguno; es más, como casi todo lo inesperado que sucede durante las vacaciones, es casi un divertimento, un momento que rompe la rutina del descanso y que nos obliga a dar una carrerita, a hacer aspavientos, a reír sin saber por qué, y entonces, mientras tenemos baja la guardia, aparecen los paraguas de verano. Los paraguas de verano no existen un segundo antes de que caiga la primera gota al suelo, pero en cuanto rompe a llover, se colocan solos en los puestos de souvenirs, en los quioscos de prensa, en la puerta de las tiendas de electrodomésticos, artesanía local y hasta en las de comestibles. Se diría que crecen de manera espontánea, como las setas, y si no se decide uno a cruzar la calle en su busca o se encuentra refugiado bajo un soportal, un andamio o un puente, le serán ofrecidos por esas personas sin empleo fijo, que de pronto se convierten en vendedores callejeros de paraguas para desaparecer después o simplemente cambiar de oficio en cuanto las nubes negras se marchan y el sol nos devuelve la normalidad. Nada que objetar, vivimos en la sociedad del bienestar, o al menos allí vivíamos hasta hace nada, y en la sociedad del bienestar la oferta persigue amablemente a la demanda, y así tras la lluvia aparecen los paraguas. Nada extraño.
El problema llega al regresar y ver los planes del Gobierno y los planes de la oposición para protegernos de las lluvias que se avecinan. El problema no es comprar paraguas de verano durante el verano; el problema es que te los vuelvan a colar en invierno. Ojo si salimos de casa, se avecinan tormentas de verano. Seamos prudentes y no temerarios, a mano siempre el paraguas.
La comunicación que se establece entre lo que uno dice y lo que los demás entienden queda en ocasiones frenada por el impacto de la interpretación que cada uno hace de las palabras, de las ideas, de los textos... Si traspasamos la cuarta pared el diálogo será más fluído. Que todo fluya pues...
viernes, 1 de mayo de 2020
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