Según nos cuentan, quien te bien te quiera te hará llorar… Tal manifestación suele darse justo al momento de nacer, la madre saca a la criatura y ésta llora. Es su primera actitud ante el mundo. Luego la cosa mejora a ratos pero no siempre es así y volvemos a llorar. Tratarse mal sin enfadarse es una de las mayores delicadezas de la verdadera amistad. Que puede ser superada por otra delicadeza: la de tratarse siempre bien, algo tan complejo que pocas veces se da, desde el “siempre te querré”, al “vete al infierno” el abanico de chascos y peleas va de todos los colores.
La vida que nos regala cosas estupendas, también nos ofrece tristezas y penas. En días como el de hoy o mañana, es costumbre rendir un tributo a aquellas personas a las que queremos pero ya no están. A esas con las que nos quedaron conversaciones pendientes, asuntos por aclarar… y es entonces cuando la imagen de la película nos lleva de nuevo al momento de nacer. Justo ese en el que la comadrona nos coge en sus brazos en pleno llanto de bebé y nos susurra refiriéndose a la vida: Esto te va a doler. Y duele, joder. A veces. Son cosas del querer, ya se sabe. Un fundido en negro cubre la pantalla...
La comunicación que se establece entre lo que uno dice y lo que los demás entienden queda en ocasiones frenada por el impacto de la interpretación que cada uno hace de las palabras, de las ideas, de los textos... Si traspasamos la cuarta pared el diálogo será más fluído. Que todo fluya pues...
miércoles, 31 de octubre de 2012
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