La comunicación que se establece entre lo que uno dice y lo que los demás entienden queda en ocasiones frenada por el impacto de la interpretación que cada uno hace de las palabras, de las ideas, de los textos... Si traspasamos la cuarta pared el diálogo será más fluído. Que todo fluya pues...
viernes, 27 de marzo de 2020
Momentos
Déjame que te hable de los momentos. Mira todas las cosas bajo el aspecto del momento. Es bueno aprender a dejar ir tu yo a merced del momento. Y tener respeto por todos y cada uno de ellos, y no tender lazos entre las cosas. No hay que resistirse a la naturaleza. No apoyar contra las cosas los pies de tu alma. Vivir en paz con la luz roja de la mañana y el resplandor gris del anochecer. Ser el alba mezclada al ocaso. Mezclar la vida con la muerte y dividirla en momentos. No pensar: vivo ahora, moriré mañana. No partir la realidad entre vida y muerte. Pensar: Ahora vivo y muero. No esperes la muerte: ella está en ti. Se su camarada y tenla contra ti; es como tú mismo…
viernes, 13 de marzo de 2020
Bajo Los Párpados
Al parecer, los gatos duermen entre dieciséis y dieciocho horas al día ¡Joder!. Tengo perra pero no tengo gato, así que no he podido comprobarlo (tampoco está nada mal las horas que duerme Nala), pero me parece una buena manera de despistar al demonio y encarar con la debida desconfianza el difícil oficio de vivir. Durmiendo más tendríamos menos tiempo de jodernos los unos a los otros, al margen de otras muchas ventajas para el cutis y para la piel de dentro, y por si eso fuera poco, como decía aquella canción que cantaban a coro Tom Waits y Keith Richards, "eres inocente cuando sueñas".
Los sueños se encadenan, como bien deben saber los gatos, que, demonios o no, disfrutan de más horas a ese otro lado de las cosas que estos pobres nosotros tan empeñados siempre en madrugar para ver si cae la breva de que algún Dios nos ayude.
La vida bajo los párpados es todo un Universo, que viene a completar la vieja creencia establecida que sujeta que los sueños sólo se descascarillan en contacto directo con la realidad. O lo que es lo mismo, que los sueños sólo pierden su importancia al abrir los ojos y darse de bruces con nuestras ridículas ambiciones diurnas. Supongo que es por eso por lo que resulta tan monumentalmente aburrido escuchar a alguien contar sus sueños, o hablar de sus gatos para el caso, y tan entretenido soñar o ser un gato. Tampoco resulta muy ameno este texto, disculpadme, no sé que pasa que últimamente duermo poco.
Los sueños se encadenan, como bien deben saber los gatos, que, demonios o no, disfrutan de más horas a ese otro lado de las cosas que estos pobres nosotros tan empeñados siempre en madrugar para ver si cae la breva de que algún Dios nos ayude.
La vida bajo los párpados es todo un Universo, que viene a completar la vieja creencia establecida que sujeta que los sueños sólo se descascarillan en contacto directo con la realidad. O lo que es lo mismo, que los sueños sólo pierden su importancia al abrir los ojos y darse de bruces con nuestras ridículas ambiciones diurnas. Supongo que es por eso por lo que resulta tan monumentalmente aburrido escuchar a alguien contar sus sueños, o hablar de sus gatos para el caso, y tan entretenido soñar o ser un gato. Tampoco resulta muy ameno este texto, disculpadme, no sé que pasa que últimamente duermo poco.
viernes, 6 de marzo de 2020
De Locos
Este tiempo de locos es paradójicamente de lo más normal, al menos para aquellos que siempre han escuchado su propia voz con un rastro de desconfianza hacia las propias intenciones, un paisaje menos extraño de lo que pudiéramos suponer. El misterio de nuestro “Yo” más interior. Los muchos que tienden a ver siempre la felicidad cercada por los otros son corregidos en cierta medida por los pocos que conocen de primera mano al monstruo posible de nosotros mismos, y para estos pocos, el tiempo de locos en el que vivimos no es desde luego nada nuevo, ni sorprendente, ni mucho menos extraordinario. “Mis sueños son de lo más normales”, que decía en una entrevista el viejo David Lynch con su habitual sorna.
Si uno hace el pequeño ejercicio de aguantar en la cama, aproximádamente, 10 minutos después de que el despertador haya sonado, para así recuperar la memoria de lo soñado, se dará cuenta enseguida de que el resto del día no es ni por asomo tan oscuro, y de que las piezas de la pesadilla encajan mejor de lo que en ocasiones la vigilia nos permite comprender.
La locura solo parece sorprender a aquellos que mostrando una capacidad sobrehumana han desterrado la posibilidad de la locura, a quienes con más imaginación que fortuna han inventado el mundo normal. Un edificio plagado de grietas, debidas, seguramente, a un apresurado diseño y aún no muy sensato cálculo de estructuras. Desde las habitaciones de los hoteles y en soledad, cualquier comportamiento de esos otros que vemos en las no tan lejanas ventanas de sus vidas adquiere un matiz inquietante. Es en lugares así y por reflejo, donde nuestro propio comportamiento nos produce a su vez desconfianza. Basta con saberse o imaginarse observado para empezar a dudar seriamente de todos y cada uno de nuestros gestos y más aún de nuestras verdaderas intenciones.
Podría decirse que aquellos a quienes llamamos locos nos aterran por la extraña familiaridad que nos producen sus conductas. Y que estos tiempos locos en los que vivimos no dejan de coincidir con algunas de nuestras recurrentes sospechas. Y sin embargo, ¿por qué tenerle miedo a lo que somos? Y dándole la vuelta a la pregunta, ¿quién nos dijo que éramos, o debíamos ser, normales? Soñando con más atención caeríamos fácilmente en la cuenta de que estos tiempos son los nuestros, y esta locura, por tanto, no nos es ajena. Resulta difícil decir quién es realmente el mejor guardián de la persona, aquel que habita con normalidad entre sus sueños o aquel que pretende comprender sin ellos el resto largo del día.
Si uno hace el pequeño ejercicio de aguantar en la cama, aproximádamente, 10 minutos después de que el despertador haya sonado, para así recuperar la memoria de lo soñado, se dará cuenta enseguida de que el resto del día no es ni por asomo tan oscuro, y de que las piezas de la pesadilla encajan mejor de lo que en ocasiones la vigilia nos permite comprender.
La locura solo parece sorprender a aquellos que mostrando una capacidad sobrehumana han desterrado la posibilidad de la locura, a quienes con más imaginación que fortuna han inventado el mundo normal. Un edificio plagado de grietas, debidas, seguramente, a un apresurado diseño y aún no muy sensato cálculo de estructuras. Desde las habitaciones de los hoteles y en soledad, cualquier comportamiento de esos otros que vemos en las no tan lejanas ventanas de sus vidas adquiere un matiz inquietante. Es en lugares así y por reflejo, donde nuestro propio comportamiento nos produce a su vez desconfianza. Basta con saberse o imaginarse observado para empezar a dudar seriamente de todos y cada uno de nuestros gestos y más aún de nuestras verdaderas intenciones.
Podría decirse que aquellos a quienes llamamos locos nos aterran por la extraña familiaridad que nos producen sus conductas. Y que estos tiempos locos en los que vivimos no dejan de coincidir con algunas de nuestras recurrentes sospechas. Y sin embargo, ¿por qué tenerle miedo a lo que somos? Y dándole la vuelta a la pregunta, ¿quién nos dijo que éramos, o debíamos ser, normales? Soñando con más atención caeríamos fácilmente en la cuenta de que estos tiempos son los nuestros, y esta locura, por tanto, no nos es ajena. Resulta difícil decir quién es realmente el mejor guardián de la persona, aquel que habita con normalidad entre sus sueños o aquel que pretende comprender sin ellos el resto largo del día.
viernes, 28 de febrero de 2020
Hamelin
Ya pasó. Ahora ya ha sucedido lo que es ley de vida y otra juventud ha ocupado el lugar de la nuestra. Mi cuento de siempre termina y otro empieza. Pero que nadie me de por muerto. Todo lo que soy capaz de recordar parece lejano. La vida de antes se ha terminado, y esta es la vida de ahora. No es un problema, como pudiera parecer, seguramente es una buena solución.
A los que nos rige la luna tenemos síntomas que rozan la locura: Euforia, depresión, virulenta energía y virulenta tristeza. Algunos listillos apuntan a esa cosa llamada esquizofrenia que se llevó por delante la vida de uno de mis mejores amigos, en Begur, frente al mar. Conozco pues de primera mano los centros psiquiátricos, la herida del alma que no se cura nunca. Ese querer aferrarse a los tiempos buenos de los años juveniles y la hostia al salir de ellos. Comprender esa distancia y perdonarla puede consumir una vida.
Afortunadamente, todo termina. La juventud se acaba y el corazón continúa. No existe flautista de Hamelin alguno para hacer de guía. Pegarse a una parte de la propia vida es morir cada día, ser capaz de recordar e imaginar en la misma medida es seguramente estar vivo. No hay que llevar ni a los niños ni a las ratas a ningún sitio, que una persona sólo se representa en realidad a sí misma. Que la dignidad sujeta cosas importantes que la ambición se empeña en derrumbar. Que el arte es también y entre otras muchas cosas un oficio de afortunados. Y vivir la vida es un Arte en mayúsculas.
Antes y ahora son dos posiciones muy alejadas, comprender esa distancia y perdonarla puede consumir una vida, pero ni antes ni ahora tienen la culpa, porque se separaron naturalmente en el tiempo, la culpa es nuestra por no haber entendido lo más brutal, lo más sencillo. Que antes ya no existe y que ahora es justamente esto.
A los que nos rige la luna tenemos síntomas que rozan la locura: Euforia, depresión, virulenta energía y virulenta tristeza. Algunos listillos apuntan a esa cosa llamada esquizofrenia que se llevó por delante la vida de uno de mis mejores amigos, en Begur, frente al mar. Conozco pues de primera mano los centros psiquiátricos, la herida del alma que no se cura nunca. Ese querer aferrarse a los tiempos buenos de los años juveniles y la hostia al salir de ellos. Comprender esa distancia y perdonarla puede consumir una vida.
Afortunadamente, todo termina. La juventud se acaba y el corazón continúa. No existe flautista de Hamelin alguno para hacer de guía. Pegarse a una parte de la propia vida es morir cada día, ser capaz de recordar e imaginar en la misma medida es seguramente estar vivo. No hay que llevar ni a los niños ni a las ratas a ningún sitio, que una persona sólo se representa en realidad a sí misma. Que la dignidad sujeta cosas importantes que la ambición se empeña en derrumbar. Que el arte es también y entre otras muchas cosas un oficio de afortunados. Y vivir la vida es un Arte en mayúsculas.
Antes y ahora son dos posiciones muy alejadas, comprender esa distancia y perdonarla puede consumir una vida, pero ni antes ni ahora tienen la culpa, porque se separaron naturalmente en el tiempo, la culpa es nuestra por no haber entendido lo más brutal, lo más sencillo. Que antes ya no existe y que ahora es justamente esto.
viernes, 21 de febrero de 2020
Carácter
Me he propuesto escribir cada día un mínimo de una hora. Se trata de hacer crecer esta especie de diario en forma de libro con todo lo que se me vaya ocurriendo. Me he convencido de que me hará bien, de que, de algún modo, me servirá de algo. Por un lado, se trata de ahondar en mí, de analizar ciertos aspectos de mi vida para llegar a verbalizar cuál es el auténtico problema. A estas alturas, me he convencido de que tengo un serio problema de carácter. Cuando me cabreo puedo ser realmente insoportable. Últimamente me cabreo mucho. Me joden las reglas. Sobre todos las reglas estúpidas. Curioso ya que una de las fuerzas que me impulsa a seguir es la continua creación de reglas de escritura: escribir cada día una hora, escribir cada día 500 palabras, escribir porque me he comprometido de manera voluntaria con quienes les gusta leerme, escribir porque me ha impuesto una fecha límite de escritura, escribir por mantener el puro hábito de escribir y poder llegar a considerarme algún día un escritor. Escribir porque es la manera que tengo de gritar y de romper cosas sin tener que destrozar nada ni alzar la voz. Lo dicho, tengo un serio problema de carácter, será cuestión de ascendente, la luna que ya se sabe es muy luna.
viernes, 14 de febrero de 2020
Prólogos
Confieso, aunque no sea pecado alguno, que nunca leí los prólogos antes de terminar los libros a no ser que fuesen escritos por el propio autor; sigo sin hacerlo, pero eso no los convierte en epílogos, ni siquiera en ultílogos. Los convierte sencillamente en prólogos redactados por otro autor, leídos luego. Me pasa lo mismo con los trailers de las películas. Algunos te la cuentan de manera desordenada, otros te hacen un puzzle de trozos "que parece que pero luego resulta que" y me siento decepcionado.
Con el paso del tiempo no leo tanto pero leo mejor. Me he vuelto selectivo de narices. De hecho, en estos últimos diez años, he releído mucho de lo que ya había leído los anteriores veinte. Lo diré con menos palabras, o con sólo una: "Saboreo" . Bueno y con otra: "Lato".
Una paradoja de la vida me llevó, recientemente, a que una gran amiga y genial escritora me propusiste escribir un prólogo a su nuevo libro. Yo en ese instante me sentí cual Concha Velasco: "Agradecido y emocionadoooo..." (perdón, me disperso) y contesté que por supuesto. Eso sí, en mis adentros pensé que el prólogo no lo leería hasta después de haber leído por completo su libro. Y es que yo siempre he sido un tipo de principios y en eso, los prólogos deben marcar la pauta y cada libro precisa de su proceso: Como una incisión, su herida y su cicatriz.
* Nota* : Tenéis que leer a Elena Briones "Volantazos". Su primer libro "Aprovéchame de ti" y su segundo "Concédeme este latido" son dos joyas encuadernadas. Yo ni en cien años escribiré algo ni la mitad de bueno que ella. Ni la cuarta parte. Vamos, que ni de coña.
Con el paso del tiempo no leo tanto pero leo mejor. Me he vuelto selectivo de narices. De hecho, en estos últimos diez años, he releído mucho de lo que ya había leído los anteriores veinte. Lo diré con menos palabras, o con sólo una: "Saboreo" . Bueno y con otra: "Lato".
Una paradoja de la vida me llevó, recientemente, a que una gran amiga y genial escritora me propusiste escribir un prólogo a su nuevo libro. Yo en ese instante me sentí cual Concha Velasco: "Agradecido y emocionadoooo..." (perdón, me disperso) y contesté que por supuesto. Eso sí, en mis adentros pensé que el prólogo no lo leería hasta después de haber leído por completo su libro. Y es que yo siempre he sido un tipo de principios y en eso, los prólogos deben marcar la pauta y cada libro precisa de su proceso: Como una incisión, su herida y su cicatriz.
* Nota* : Tenéis que leer a Elena Briones "Volantazos". Su primer libro "Aprovéchame de ti" y su segundo "Concédeme este latido" son dos joyas encuadernadas. Yo ni en cien años escribiré algo ni la mitad de bueno que ella. Ni la cuarta parte. Vamos, que ni de coña.
sábado, 8 de febrero de 2020
Yo
Os diré una cosa, en realidad ni yunque ni martillo. Niebla sobre colina, viento y halcón, astro errante que surca la bóveda celeste. Ests vida es un poema, ligeramente remodelado con el paso de los años y en el que no dejamos de introducir argumentos. El amor verdadero no deja rastro. Esta afirmación puede parecer completamente a contrapelo de la experiencia del común de los mortales, pero que en mi manera de ver la vida, sentado mucho tiempo en una tala de surf mirando al mundo desde dentro hacia afuera, parec una sencilla verdad budista. Un manifiesto contra la rutina y la nostalgia. ¿Quién podría estar de acuerdo conmigo salvo yo mismo?
viernes, 31 de enero de 2020
En Llamas
Creo que todo surge desde una chispa, esa que enciende la llama de nuestra alma y que se aviva en el tiempo con hechos, personas, momentos... Creo que es importante estar preparados para morir. No ir a buscarlo, pero si estar listos. Llegado cierto punto, y si todavía estás en tus cabales, tienes que aprovechar la oportunidad de dejarlo todo atado. Tal vez sea un cliché, pero se subestima su poder analgésico. Dejar todo en orden, si puedes hacerlo, es una de las actividades más reconfortantes, y los beneficios son incalculables. Se trata de mantener viva la llama del alma a base de vida, de una vida sin miedos. Y cuando toque la fase de oscuridad extinguir la llama sin dramatismos. Esto no es una oda a la resignación, ni mucho menos, es un canto a la vida, a esa vida que late por mucho que todos sepamos que tiene fecha de caducidad. Hasta ese momento, mantengamos el alma en llamas.
viernes, 24 de enero de 2020
La Historia
Vemos catástrofes en las noticias a diario y pensamos: “Joder, qué putada!!" y esperamos que eso nunca nos pase. La tensión de esperar mientras luchamos por algo que deseamos merecería al menos el placer de recibir. Todo sucede tarde o temprano. Si no nos pusiésemos entre el tiempo, si no fuésemos tan impacientes, el tiempo no nos haría tanto daño. En una playa las olas se vencen mejor agachando la cabeza, dejando que la espuma nos supere. A veces se nos desploma el mundo a causa de la menor de las gotas que rebosa finalmente el vaso… Así se escribe la historia.
Comprender la historia es incluirse en ella, no esquivar el peso de nuestras acciones. La inocencia es tan cara que no se podrá pagar tampoco en el mejor de los futuros, ese en el que tan arrogantemente nos incluimos. En ese otro mundo mejor que imaginamos, volveremos a ser culpables de lo nuestro. Pero no conviene envenenarse, porque el veneno es inútil y eso lo saben todas las serpientes, que cuando matan ya están muertas. O al menos tan cerca de la muerte como han decidido situarse. Al fin y al cabo, todos nos soñamos mejor de lo que somos, y por eso hay amor y por eso hay pasiones y canciones y amaneceres. Y por eso, supongo, ignoramos con tanta frecuencia que los demás somos nosotros.
Comprender la historia es incluirse en ella, no esquivar el peso de nuestras acciones. La inocencia es tan cara que no se podrá pagar tampoco en el mejor de los futuros, ese en el que tan arrogantemente nos incluimos. En ese otro mundo mejor que imaginamos, volveremos a ser culpables de lo nuestro. Pero no conviene envenenarse, porque el veneno es inútil y eso lo saben todas las serpientes, que cuando matan ya están muertas. O al menos tan cerca de la muerte como han decidido situarse. Al fin y al cabo, todos nos soñamos mejor de lo que somos, y por eso hay amor y por eso hay pasiones y canciones y amaneceres. Y por eso, supongo, ignoramos con tanta frecuencia que los demás somos nosotros.
viernes, 17 de enero de 2020
Bola
He tenido un sueño, en él soy un detective privado novato, un defensor de las causas perdidas. En el sueño, ayudo a descubrir a un audífono inteligente que le mentía a una pobre anciana cada vez que iba de compras. Su familia se empezó a preocupar cuando volvió a su casa con un biquini tres tallas más pequeño, un curso de piloto de Boeing en Florida y una catana, pero el caso no estalló hasta que la buena señora se compró un Lamborghini de 650 CV, con un sonriente futbolista brasileño dentro. Ella no tenía carnet de conducir, ni tampoco era propietaria de un club de fútbol, además, la perla brasileña apenas era mayor de edad. En menos de dos horas interrogando al audífono, conseguí extraerle una declaración irrefutable de inocencia. Los abogados hicieron el resto. Así que nos caen medallas para todos. Menos para la pobre anciana, claro está. A la mujer la demandó entonces su propia familia, y la FIFA, pero eso ya no era asunto mío. En mi sueño todo parecia ir de lujo hasta que la cago. Sucede a menudo que en cualquier puesto de trabajo, o en cualquier asunto de esta vida, se siente uno preparado para más y luego resulta que no lo está. Pasa en el deporte, en el amor y en los fondos de inversiones. En inglés tienen una expresión perfecta para esto, “mordiste más de lo que puedes tragar”. En español tenemos otra que funciona igual: “Mamá, se me ha hecho bola”. Como a mi este inicio de año...
viernes, 10 de enero de 2020
Tesoros
En un inicio todo amor podríamos considerarlo como el asalto a un tesoro que no nos pertenece, y de lo que uno se lleva a escondidas, como un ladrón ni que sea de guante blanco, es mejor no darle cuentas a nadie. La cuestión es que para que ese asalto prospere, necesita de una historia más sólida que la simple voluntad de pretenderlo y ahí es donde comienza la vulnerabilidad del ladrón ya que para un enamorado, hablar sobre el amor es tan importante que incluso la realidad sobre la que se eirge ese amor termina desvaneciéndose. Aun así: esas razones podrá aceptarlas un enamorado, pero no necesariamente la vida y en ese galimatías Cupido dimitió de su cargo y se metió en política, allí donde las mentiras son casi siempre la manera de obtener notoriedad aún asaltando un tesoro que no les pertenece.
viernes, 3 de enero de 2020
Honesto
Algunos días me siento un poco como un caballero vencido en un libro anticuado.
Yo pienso que hay una diferencia entre lo que es honesto y lo que no es honesto. La noción de lo honesto y de lo no-honesto, hoy se llamarían vibraciones, un sentimiento que te indica dónde debes estar y dónde no debes estar. Pero como no siempre podemos estar en el mundo honesto, a veces tomamos el mundo no-honesto. El surf, la escritura, pueden ser un sistema de "purificación", una técnica que te permita pasar del mundo no-honesto al mundo honesto. Un sistema que te prepare para el mundo más digamos... Limpio y, una vez que estás ahí, otro sistema que te dé la fuerza necesaria para pasar otra vez al mundo no-limpio. Porque el hombre no puede estar siempre en un mundo honesto. Para mí, el surf es ese movimiento entre los dos mundos. Porque te permite sentarte a esperar y a observar, te deja estar solo con tus miedos. Como ese viejo caballero librando la que intuye puede ser su última batalla....
Yo pienso que hay una diferencia entre lo que es honesto y lo que no es honesto. La noción de lo honesto y de lo no-honesto, hoy se llamarían vibraciones, un sentimiento que te indica dónde debes estar y dónde no debes estar. Pero como no siempre podemos estar en el mundo honesto, a veces tomamos el mundo no-honesto. El surf, la escritura, pueden ser un sistema de "purificación", una técnica que te permita pasar del mundo no-honesto al mundo honesto. Un sistema que te prepare para el mundo más digamos... Limpio y, una vez que estás ahí, otro sistema que te dé la fuerza necesaria para pasar otra vez al mundo no-limpio. Porque el hombre no puede estar siempre en un mundo honesto. Para mí, el surf es ese movimiento entre los dos mundos. Porque te permite sentarte a esperar y a observar, te deja estar solo con tus miedos. Como ese viejo caballero librando la que intuye puede ser su última batalla....
viernes, 27 de diciembre de 2019
Intentarlo
Juan Mari Arzak, un cocinero creativo y sensato, comentó hace algún tiempo que cualquier sabor debe saber que hubo antes otros sabores, y que la memoria es en el gusto parte fundamental del confort y el placer. Lo sorprendente puede ajustarse al cariño por lo ya conocido sin que se establezca conflicto alguno. Creo que eso no está tan lejos de la labor de un escritor, a poco que uno lo piense. Supongo, ya que no soy un experto, que ésa es la labor del cocinero, sustituir algo, la memoria, por algo idéntico, la imaginación, sin que nadie pueda sentirse defraudado.
En esta época en la que vivimos, te das cuenta de que hay grandes dosis de tecnología punta asociadas al negocio de la sorpresa y la memoria. La misma que había en Verne, o en el mismísimo primer viaje real a la Luna. Aquel que puso el pie de un hombre donde ya había llegado antes la imaginación de otros muchos.
Tal vez no hay nada que nos acompañe de verdad que se aleje mucho de nosotros y las intenciones del arte son al fin y al cabo caminar desde el pasado hasta el futuro sin destruir lo más valioso a su paso. Bien pudiera ser que la memoria no sea después de todo una condena, sino una posibilidad. Y puede que se pueda hacer camino sin venganza y sin vergüenza, y que se pueda ser algo nuevo sin renunciar a lo mejor de lo que ya ha sucedido. ¿Lo intentamos?
En esta época en la que vivimos, te das cuenta de que hay grandes dosis de tecnología punta asociadas al negocio de la sorpresa y la memoria. La misma que había en Verne, o en el mismísimo primer viaje real a la Luna. Aquel que puso el pie de un hombre donde ya había llegado antes la imaginación de otros muchos.
Tal vez no hay nada que nos acompañe de verdad que se aleje mucho de nosotros y las intenciones del arte son al fin y al cabo caminar desde el pasado hasta el futuro sin destruir lo más valioso a su paso. Bien pudiera ser que la memoria no sea después de todo una condena, sino una posibilidad. Y puede que se pueda hacer camino sin venganza y sin vergüenza, y que se pueda ser algo nuevo sin renunciar a lo mejor de lo que ya ha sucedido. ¿Lo intentamos?
viernes, 13 de diciembre de 2019
Sábado
Siempre quise ser escritor. No novelista, escritor. De canciones, de anuncios, de obras de teatro escolares, de artículos de opinión, de la lista de regalos de Navidad, no sé, escribir. Traté de muy joven encarar mi futuro para realizar la carrera de periodismo, pero claudiqué, decidí improvisar mientras trabajaba y componía canciones sin ir a la Universidad. Tengo satisfecha mi cuota de errores y decisiones equivocadas, como todo el mundo, pero mi determinación de ser escritor, que sentí desde muy joven, me ha ido salvando durante todos estos años de muchos desastres, ha sido mi manera de refugiarme, mi válvula de escape, tener un norte y eso ha sido crucial en mi vida para no volverme más loco.
Reconozco, con todo, que es milagroso que tantos años después de mi elección, siga pensando en ganarme la vida con dignidad gracias a la literatura. Soñar con vivir de un oficio así en un país donde apenas se lee, aunque se publiquen muchos libros, es poco menos que un milagro, o una aspiración estúpida. Desconfío de la seguridad, pero me gusta tener una bala en la recámara siempre, una especie de plan B.
Desde siempre he preferido los sábados a los domingos, a pesar de no haber tenido nunca un criterio de vida demasiado convencional que alimentara esa fobia al lunes que hace que resulte de regusto algo jodido el último día de la semana y el asueto. Estoy bastante de acuerdo con Bukowski en que los domingos matan más hombres que las bombas. De hecho, estoy bastante, de acuerdo con varias cosas de él. Si estás perdiendo tu alma y lo sabes, entonces es que tienes otra alma para perder. Llámalo sábado.
Reconozco, con todo, que es milagroso que tantos años después de mi elección, siga pensando en ganarme la vida con dignidad gracias a la literatura. Soñar con vivir de un oficio así en un país donde apenas se lee, aunque se publiquen muchos libros, es poco menos que un milagro, o una aspiración estúpida. Desconfío de la seguridad, pero me gusta tener una bala en la recámara siempre, una especie de plan B.
Desde siempre he preferido los sábados a los domingos, a pesar de no haber tenido nunca un criterio de vida demasiado convencional que alimentara esa fobia al lunes que hace que resulte de regusto algo jodido el último día de la semana y el asueto. Estoy bastante de acuerdo con Bukowski en que los domingos matan más hombres que las bombas. De hecho, estoy bastante, de acuerdo con varias cosas de él. Si estás perdiendo tu alma y lo sabes, entonces es que tienes otra alma para perder. Llámalo sábado.
viernes, 29 de noviembre de 2019
Silencio
La literatura es dos personas comunicándose en silencio, por eso no toda literatura es novela. Yo creo que una novela se escribe para que otros la lean, no para que su autor la cuente. Una de las cosa que más me gusta de la literatura es el comienzo de la palabra: “Litera”. La literatura como lugar donde se sueña. En ese sentido, la literatura a la que nos invita la poesía no es rima, no es decir cosas bonitas. La poesía es dar en el centro de la diana y hacernos soñar. No todo lo que se escribe es literatura. Miremos, por ejemplo, las noticias, para desmontarlas sólo se necesita contrastar, es fácil. Contrastando conseguimos ver el perfil a las mentiras. Las noticias se contrastan, como toda la información que nos llega. Es estúpido no hacerlo. Pero somos muy vagos y cómodos, no queremos leer y nos conformamos con lo primero que nos llega. Cada uno diferencia y contrasta su información, cada uno se rige a sí mismo y es culpable de los datos que le alcanzan y su interpretación.
Yo entiendo el trabajo de un escritor como el de ponerse en la piel de otro. Verter una idea y desarrollarla en otra personalidad, imaginarse en otro. Siempre he deseado ser un escritor con un pulso, una voz constante. Pero no puedo, no soy capaz. Me aburro, cambio de idea, de costumbres… Pero me gusta escuchar y sobre todo me gusta que me cuenten cosas y eso lo logra la literatura, que junta dos silencios, es algo mágico. Por eso defiendo e incentivo al derecho a que dos personas puedan comunicarse en silencio.
Yo entiendo el trabajo de un escritor como el de ponerse en la piel de otro. Verter una idea y desarrollarla en otra personalidad, imaginarse en otro. Siempre he deseado ser un escritor con un pulso, una voz constante. Pero no puedo, no soy capaz. Me aburro, cambio de idea, de costumbres… Pero me gusta escuchar y sobre todo me gusta que me cuenten cosas y eso lo logra la literatura, que junta dos silencios, es algo mágico. Por eso defiendo e incentivo al derecho a que dos personas puedan comunicarse en silencio.
viernes, 22 de noviembre de 2019
Mi Tribu
No sé si va con ser de barrio, pero siempre me he movido en los extremos. He tenido en mi vida profesores que han dicho que he sido su mejor alumno y otros que han dicho lo contrario. Los últimos alegaban indisciplina. Y es cierto. Pero me temo que lo que para ellos era "indisciplina", para mí era simplemente la incapacidad de quedarme callado ante cualquier estupidez. Mi padre, contramaestre textil, no era un hombre de letras, pero sí un hombre de palabra. Y fue de él quien heredé el nombre y el valor de decir las cosas de frente. Mis padres, por su parte, siempre me defendían, por ejemplo, cuando en la escuela la maestra se quejaba de mi terrible caligrafía, parecía un médico de pluma y tintero, a lo que ellos respondían que no podían hacer nada pues sus letras también eran pintorescas, y sin embargo sabían que, a fin de cuentas, era el contenido lo que importaba.
De esa especie de rebeldía se nutren mis textos, así como de las enseñanzas de la gente que considero mi tribu: De los nómadas y sedentarios, de los guerreros nativos, de los artistas anónimos, de los danzantes, de los eruditos sentados en Cafés, y de los aventureros que desafían la gravedad, de los viejos, de los locos, de los enamorados, de los que arriesgaron todo por un sueño, de los traviesos de buen corazón. Y desde luego, de los innumerables libros y autores a los que en gran parte he llegado solo, como buen autodidacta. Únicamente he asistido a un taller de literatura en mi vida. Era uno dedicado a Lorca, en Granada, hace años y que me ayudó a cerrar los ojos y ver a base de latidos, sintiendo. Como hacéis toda mi tribu.
De esa especie de rebeldía se nutren mis textos, así como de las enseñanzas de la gente que considero mi tribu: De los nómadas y sedentarios, de los guerreros nativos, de los artistas anónimos, de los danzantes, de los eruditos sentados en Cafés, y de los aventureros que desafían la gravedad, de los viejos, de los locos, de los enamorados, de los que arriesgaron todo por un sueño, de los traviesos de buen corazón. Y desde luego, de los innumerables libros y autores a los que en gran parte he llegado solo, como buen autodidacta. Únicamente he asistido a un taller de literatura en mi vida. Era uno dedicado a Lorca, en Granada, hace años y que me ayudó a cerrar los ojos y ver a base de latidos, sintiendo. Como hacéis toda mi tribu.
viernes, 15 de noviembre de 2019
Equilibrio
Cuando leemos, otro piensa por nosotros; repetimos, en esencia, su proceso mental. Algo así como el niño que está aprendiendo a escribir y con su lápiz repasas los caracteres del cuadernillo. La lectura nos libera, sentimos un gran alivio cuando dejamos la ocupación con nuestros propios pensamientos para entregarnos a la lectura. Mientras estamos leyendo, nuestra cabeza es, en realidad, un campo de juego de pensamientos ajenos. Y cuando éstos se retiran, ¿qué es lo que queda? Por esta razón, sucede que quien lee mucho, a un nivel extremo y en los intervalos se ocupa de actividades que no requieren reflexión, gradualmente pierde la capacidad de pensar por sí mismo, como quien siempre va en coche a todas partes y se olvida de caminar. Ese es el caso de que personas muy cultas acaben siendo poco menos que ermitaños.
Los pensamientos depositados en el papel no son más que las huellas de un caminante sobre la arena: podemos ver la ruta que siguió, pero, para saber lo que vio en su camino, tenemos que usar nuestros propios ojos. Leer es muy importante y, sin duda, puede resultar muy beneficioso. Leer también es sexy, sobre todo cuando lo hacemos con sentido y acompañando la lectura con las experiencias de nuestra propia vida. Cuestión de equilibrio, casi siempre todo es cuestión de equilibrio.
Los pensamientos depositados en el papel no son más que las huellas de un caminante sobre la arena: podemos ver la ruta que siguió, pero, para saber lo que vio en su camino, tenemos que usar nuestros propios ojos. Leer es muy importante y, sin duda, puede resultar muy beneficioso. Leer también es sexy, sobre todo cuando lo hacemos con sentido y acompañando la lectura con las experiencias de nuestra propia vida. Cuestión de equilibrio, casi siempre todo es cuestión de equilibrio.
viernes, 8 de noviembre de 2019
Principios
Escribir por vocación es como tocar música de oído. Gran parte del asunto para mi es la decisión de la estructura. Es como la nave de un barco en el que vas a navegar. Diseñar el casco y los 3 palos de ese barco. En el caso de una historia suelo tener la estructura muy clara. Me gusta que sean dos voces que funcionen como un narrador enfrentado, que cuenten básicamente lo mismo, pero con voz distinta y esa estructura creo que me acerca a la idea inicial desde el principio. Algunos relatos precisan una estructura en espiral, todo el tiempo es un bucle que va de un lugar a otro. Me gusta la idea de contar algo desde la memoria, pero que no implique que sean mis memorias. El lector es quien hace de memoria al narrador. El narrador no tiene memoria, el lector va acumulando más información conforme va pasando hojas. El narrador comienza a preguntarse ¿Qué hice ayer? ¿Qué pasó? Y finalmente es el lector el que tiene más memoria. Digamos que el peso de la propia narración la va llevando el propio lector. Son estructuras en las que pienso mucho y me planteo cual es el formato adecuado para que una historia tenga decorado propio.
Sin pretender pecar de presunción desmedida, todo lo que he escrito, en el formato que sea, no me impide que duerma tranquilo. De alguna manera, creo que nadie se queda completamente contento con lo que ha escrito. Se corrigen cosas o se piensan en otros desenlaces. Me gusta creer que lo que he escrito, se parece mucho a lo que he intentado transmitir en cada latido y si me salió una mierda, ¡Joder! Es mi mierda y así ha salido. No pretendo salvar al mundo, me vale con no fallarme a mi y con ello no fallarle a nadie que me crea y sin prejuicios. Cuestión de estructura, cuestión de principios.
Sin pretender pecar de presunción desmedida, todo lo que he escrito, en el formato que sea, no me impide que duerma tranquilo. De alguna manera, creo que nadie se queda completamente contento con lo que ha escrito. Se corrigen cosas o se piensan en otros desenlaces. Me gusta creer que lo que he escrito, se parece mucho a lo que he intentado transmitir en cada latido y si me salió una mierda, ¡Joder! Es mi mierda y así ha salido. No pretendo salvar al mundo, me vale con no fallarme a mi y con ello no fallarle a nadie que me crea y sin prejuicios. Cuestión de estructura, cuestión de principios.
lunes, 28 de octubre de 2019
Respeto
Cuesta captar la cantidad de cosas que influyen en las relaciones humanas, para intentarlo hay que entender a las personas. Y eso es como subir una montaña: Hay dos caminos: uno es largo y fácil, el otro es más corto y difícil. El camino corto es ponerse en el lugar de la otra persona. Esto es difícil, pero entrenando se llega. El otro, el largo, está al alcance de todos y consiste en seguir la anatomía: Tenemos dos oídos y una boca, así que, si queremos entender al otro, tenemos que escuchar el doble de lo que hablamos. Y con un oído hemos de escuchar lo que nos dicen y con el otro lo que no nos dicen, que es tanto o más importante. Lo que sucede es que no parece estar muy de moda escuchar, tampoco nadie nos ha enseñado a hacerlo. En las escuelas, Universidades, etc. hay cursos de cómo hablar en público, pero no de cómo escuchar. Hay conversaciones que consisten en que solo estamos esperando a que el otro acabe para soltar el rollo que ya teníamos preparado. Se establecen diálogos de besugos que hacen que la gente no se entienda y así se llenan los platós de las teles en los que se grita, se engaña, se insulta y se auto lamen heridas y sexos…. Para comprender las relaciones humanas hay que entender a las personas, aunque no compartas sus ideas. La base es el respeto.
viernes, 18 de octubre de 2019
Siniestro Total
No creo que solo sea cosa mía, pero, desde crío, en la infancia, adolescencia … cuando no sabía o no lograba entender algo y me lo explicaban, pensaba que llegaría el momento en el que lo sabría casi todo y no lo tendría que consultar a nadie. Al crecer te das cuenta de que no, que sigues siendo la misma persona, tal vez con otro carácter, con una suma de vivencias acumuladas que lo han forjado, con experiencias traumáticas o felices , en definitiva, con años de experiencia. Pero no lo sabes todo. Ni de coña. Ni lo sabrás. Es el mismo caso que el de mucha gente que está convencida de que al morir, de golpe será como erudita y trascendente que te cagas y que en ese momento en el que el “espíritu” abandone la carne, todos los misterios de la vida, el propósito del ser humano, el “qué somos, a dónde vamos y de dónde venimos”, les será revelado. Y no. Eso tampoco va a pasar. Eso solo pasaba en el estribillo de una canción de los Siniestro Total. Tal vez podría haber colgado este post de otra manera, “salvándome” a mí mismo como suele hacer la gente. Pero ¿qué puto sentido tendría?.
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