Todavía con los ojos entreabiertos, el apacible color de los sueños se pasea, apenas, en leve rastro sobre los objetos personales incendiados tras el repentino contacto con los sentimientos; rieles de lágrimas fugitivas de un corazón asolado y quebradizo que se han propuesto colapsar su carácter.
Acostumbraba a ser fuerte, sin embargo, desde ahora, se añade a los que se dicen fácilmente afectados por evocaciones austeras. “Despertaré sostenida por una sonrisa”, se repetía ayer en la multiplicación de los deseos, cuyo eco, avanzó hasta muy entrada la mañana.
En un acorde instrumental, la alborada ofrendó vestigios de una playa enarenada por el trino de aves al compás de voces amigas ya ausentes. El tanto de extrañeza le ha devuelto el gesto de sus rostros. Bosquejos de sonrisas se han extendido cual marea: ¡Abrázame fuerte!
Cuando no hay nadie más, los recuerdos son los brazos que nos rodean.
La comunicación que se establece entre lo que uno dice y lo que los demás entienden queda en ocasiones frenada por el impacto de la interpretación que cada uno hace de las palabras, de las ideas, de los textos... Si traspasamos la cuarta pared el diálogo será más fluído. Que todo fluya pues...
viernes, 27 de abril de 2012
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