El mecanismo del cuello se activa de repente al notar un aliento cálido, dulce, sensual y responde de manera instantánea poniéndote toda la piel de gallina. El muy cabrón te delata. Una mano que sube desde detrás de tu cabeza y se va abriendo mientras “peina” tu cabello de abajo a arriba provoca el suspiro prolongado de tus labios y de paso, un travieso mordisco en el estómago. El contraste de los diferentes grados de calor aumenta el ansia de los besos...
Bueno, ya lo decían The Beatles en su disco más blanco: “La Felicidad es un arma caliente”… vale, de hecho la traducción real era un “arma cálida” pero… ¿Qué más da? Si en el fondo somos todos tan perfectamente imperfectos humanos.