viernes, 21 de agosto de 2020

Leyendas

De niño, en el barrio, se relataba la aventura de un vecino del que se decía que había sobrevivido a un naufragio flotando durante una semana sobre una puerta. Supongo que vivir al lado del puerto en un entorno humilde, de clase obrera y con pocos lujos por no decir ninguno, fomenta la imaginación, las habladurías y las leyendas. Y creo también que en los pueblos y aldeas más recónditos del planeta a día de hoy sigue siendo así. Sin Internet, sin televisión sólo queda la conversación y la compañía física. Juegos para los críos en la calle y poco más... O tal vez debiera decir todo eso. Desconozco quién era el vecino en cuestión, incluso si la peripecia acaeció de verdad, pero no dejo de meditar en ese hombre, azul y agua, negro y agua, asido a una puerta por la que no es posible huir.

viernes, 14 de agosto de 2020

Sueños

Solo nosotros ignoramos el sentido de nuestros sueños. Imagino que de igual manera ignoramos el origen y el destino y hasta la razón o la causa de nuestras Impresiones. Los  nombres que elegimos caprichosamente para los caballos, los perros, las casas y el resto de nuestras cosas cumplen con rigor su destino y su función, luego la vida nos recuerda cuánto hay de arbitrario en cada una de nuestras decisiones, qué margen le corresponde a la libertad y qué margen a cada condena, qué poco lugar nos queda entre lo que ya ha aprendido a vivir y a morir sin nosotros. Al hacerlo, como no podría ser de otro modo, nos enfrenta con lo extraño que resulta nombrar con tanto esmero aquello que se acabará perdiendo. La buena escritura no sana ni devuelve la vida, pero ayuda a comprender. La ficción no espanta a la realidad ni la transforma, pero la acompaña y la completa. Todos los versos que merecen tal nombre nos exigen una capacidad que sin ellos podríamos dar por perdida o, peor aún, por desconocida. Recordar entre el afecto sin negar el dolor es una buena herramienta para seguir viviendo, y yo la he encontrado o reencontrado entre estos meses de libertad confinada. Hace meses que no recuerdo ni uno de mis sueños, tal vez siguen de cuarentena.

viernes, 7 de agosto de 2020

Colibrí

¿Cual podría ser el reto máximo, la más grande y suprema voluntad de un artista de las palabras? Y no hablo solo de poetas, escritores, letristas musicales, formadores corporativos de cerebrines, etc... Creo que el reto máximo de cualquier que pretenda comunicar, es ayudar a descubrir, lograr que las certezas se desvanezcan y que las dudas empujen a la búsqueda. Los tiempos y la vida está cambiando de tal manera que resulta casi imposible que lo que hace dos años era válido ahora sea mínimante eficaz. Adaptarnos desde la confianza y no el resquemor o el miedo. Desaprender para aprender casi tanto como seamos capaces. Escuchad al colibrí cuyas alas no podemos ver. En serio, escuchad al colibrí no me escuchéis a mí, porque ese aleteo invisible es lo que habita en las palabras y en el espíritu de todo cuanto yo pretendo decir o escribir.

Pasado

Todos tenemos un pasado, pero ese tiempo secreto, que se diluye con el curso de los años, estrechándose, no siempre explica lo que somos en ...