viernes, 30 de octubre de 2020

Olvido

Avanzamos, distraídos, por una cinta mecánica que lleva al olvido…  A ver,  yo ya era quien soy ahora, no he cambiado mucho, pero con el tiempo sí que he perdido la paciencia, cuando algo no me gusta no lo soporto. Por ejemplo, voy al cine, no me gusta nada la peli y me largo. Pago unos euros y son dinero tirado. En otras épocas sí era capaz de aguantar, ahora no, ahora si no me guste, me voy, y cuando empiezo un libro igual,  según con qué personas no me gusta pararme a charlar como se hace normalmente en los pueblos; ahora ya no soporto qué maneras de perder el tiempo. Verás, estuve 12 días sin poder beber y pasando mucha sed, yo bebía a través de tubos y soñaba en un vaso de agua, incluso algún día estaba más optimista y soñaba en una cerveza bien fría. Esto lo saboreo mucho más que antes. Y quien dice eso, dice salir al aire libre; yo estaba encerrado, no respiraba el aire de la calle. La primera vez que, con los tubos del suero y la batilla verde salí al jardín del Hospital Cínic, la sensación fue impresionante. Mi cuerpo se convirtió en una prisión. Y ahora valoro más la cosa sensorial, por eso mi muro aspira a ser más sensorial y está lleno de cervezas y de vino, de comida. La salud no la valoras hasta que la pierdes. La salud es el olvido del cuerpo. Si tú no piensas en tu cuerpo es que estás bien, pero cuando empiezas a notarte cosas y molestias, es cuando valoras estar bien. Simplemente estar bien, estar cómodo, estar tumbado, esto es prácticamente el máximo, no hay que aspirar a mucho más, puedes leer un buen libro, hacer una buena comida, pegar un par de grandes polvos o lo que sea, pero teniendo esto, no nos podemos quejar. Y ya no por lo que he vivido yo, sino por todo lo que  vi hace años en ese hospital. No valoramos lo que tenemos. Joder!!

viernes, 16 de octubre de 2020

Detalles

Hace poco más de medio año estaba yo dudando entre dos camisas en una de esas tiendas de ropa “casual” regentadas por orientales y que compiten con las franquicias de tiendas de moda que abundan en nuestras ciudades. (Yo creo que la ropa devuelta de toda Europa se vende allí como si fuera de la próxima temporada) cuando el mundo se dio, otra vez, la vuelta. Ni que decir tiene que a mi absurda obsesión por encontrar las siete diferencias entre dos camisas aparentemente idénticas nadie en ese instante le dio importancia, ni siquiera yo. Cosa de la que ahora me arrepiento. Llegó una pandemia. Hay una tendencia equivocada que nos impulsa a separar la historia del detalle, pero, como bien sabe el primer pollo muerto bajo el peso de un fornido paracaidista de la RAF llovido del cielo 26 horas antes del desembarco de Normandía, esta línea historiográfica ha demostrado más de una vez su ineficacia. Por cierto que el paracaidista que mató al pollo se llamaba William Hosbit, pero debido a este extraño accidente pasó a figurar en los márgenes de la historia con el nombre de Bill Chicken Hosbit. Este dato que es una chorrada, por supuesto, se puede comprobar. En fin, como dijo Walter Bazauck, jefe de radiotelegrafistas de la línea de defensa alemana en los territorios ocupados, "cuando una bota enemiga caída del cielo aplasta por sorpresa a un pollo, es que algo está pasando". Nadie le hizo caso, y así es como se unen siempre y tarde,  el detalle, la sorpresa y la historia. El caso es que el otro día estaba dudando entre dos camisas muy similares en una tienda de mi ciudad y mientras comprobaba la costura alrededor de los botones el mundo cambió. No he tenido ocasión de estrenar la camisa, para estar por casa prefiero las camisetas.

Pasado

Todos tenemos un pasado, pero ese tiempo secreto, que se diluye con el curso de los años, estrechándose, no siempre explica lo que somos en ...