viernes, 29 de noviembre de 2019

Silencio

La literatura es dos personas comunicándose en silencio, por eso no toda literatura es novela. Yo creo que una novela se escribe para que otros la lean, no para que su autor la cuente. Una de las cosa que más me gusta de la literatura es el comienzo de la palabra: “Litera”. La literatura como lugar donde se sueña. En ese sentido, la literatura a la que nos invita la poesía no es rima, no es decir cosas bonitas. La poesía es dar en el centro de la diana y hacernos soñar. No todo lo que se escribe es literatura. Miremos, por ejemplo, las noticias, para desmontarlas sólo se necesita contrastar, es fácil. Contrastando conseguimos ver el perfil a las mentiras. Las noticias se contrastan, como toda la información que nos llega. Es estúpido no hacerlo. Pero somos muy vagos y cómodos, no queremos leer y nos conformamos con lo primero que nos llega. Cada uno diferencia y contrasta su información, cada uno se rige a sí mismo y es culpable de los datos que le alcanzan y su interpretación. 
Yo entiendo el trabajo de un escritor como el de ponerse en la piel de otro. Verter una idea y desarrollarla en otra personalidad, imaginarse en otro. Siempre he deseado ser un escritor con un pulso, una voz constante. Pero no puedo, no soy capaz. Me aburro, cambio de idea, de costumbres… Pero me gusta escuchar y sobre todo me gusta que me cuenten cosas y eso lo logra la literatura, que junta dos silencios, es algo mágico. Por eso defiendo e incentivo al derecho a que dos personas puedan comunicarse en silencio.

viernes, 22 de noviembre de 2019

Mi Tribu

No sé si va con ser de barrio, pero siempre me he movido en los extremos. He tenido en mi vida profesores que han dicho que he sido su mejor alumno y otros que han dicho lo contrario. Los últimos alegaban indisciplina. Y es cierto. Pero me temo que lo que para ellos era "indisciplina", para mí era simplemente la incapacidad de quedarme callado ante cualquier estupidez. Mi padre, contramaestre textil, no era un hombre de letras, pero sí un hombre de palabra. Y fue de él quien heredé el nombre y el valor de decir las cosas de frente. Mis padres, por su parte, siempre me defendían, por ejemplo, cuando en la escuela la maestra se quejaba de mi terrible caligrafía, parecía un médico de pluma y tintero, a lo que ellos respondían que no podían hacer nada pues sus letras también eran pintorescas, y sin embargo sabían que, a fin de cuentas, era el contenido lo que importaba.

De esa especie de rebeldía se nutren mis textos, así como de las enseñanzas de la gente que considero mi tribu: De los nómadas y sedentarios, de los guerreros nativos, de los artistas anónimos, de los danzantes, de los eruditos sentados en Cafés, y de los aventureros que desafían la gravedad, de los viejos, de los locos, de los enamorados, de los que arriesgaron todo por un sueño, de los traviesos de buen corazón. Y desde luego, de los innumerables libros y autores a los que en gran parte he llegado solo, como buen  autodidacta. Únicamente he asistido a un taller de literatura en mi vida. Era uno dedicado a Lorca, en Granada, hace años y que me ayudó a cerrar los ojos y ver a base de latidos, sintiendo. Como hacéis toda mi tribu.

viernes, 15 de noviembre de 2019

Equilibrio

Cuando leemos, otro piensa por nosotros; repetimos, en esencia, su proceso mental. Algo así como el niño que está aprendiendo a escribir y con su lápiz repasas los caracteres del cuadernillo. La lectura nos libera, sentimos un gran alivio cuando dejamos la ocupación con nuestros propios pensamientos para entregarnos a la lectura. Mientras estamos leyendo, nuestra cabeza es, en realidad, un campo de juego de pensamientos ajenos. Y cuando éstos se retiran, ¿qué es lo que queda? Por esta razón, sucede que quien lee mucho, a un nivel extremo y en los intervalos se ocupa de actividades que no requieren reflexión, gradualmente pierde la capacidad de pensar por sí mismo, como quien siempre va en coche a todas partes y se olvida de caminar. Ese es el caso de que personas muy cultas acaben siendo poco menos que ermitaños.

Los pensamientos depositados en el papel no son más que las huellas de un caminante sobre la arena: podemos ver la ruta que siguió, pero, para saber lo que vio en su camino, tenemos que usar nuestros propios ojos. Leer es muy importante y, sin duda, puede resultar muy beneficioso. Leer también es sexy, sobre todo cuando lo hacemos con sentido y acompañando la lectura con las experiencias de nuestra propia vida. Cuestión de equilibrio, casi siempre todo es cuestión de equilibrio.

viernes, 8 de noviembre de 2019

Principios

Escribir por vocación es como tocar música de oído. Gran parte del asunto para mi es la decisión de la estructura. Es como la nave de un barco en el que vas a navegar. Diseñar el casco y los 3 palos de ese barco. En el caso de una historia suelo tener la estructura muy clara. Me gusta que sean dos voces que funcionen como un narrador enfrentado, que cuenten básicamente lo mismo, pero con voz distinta y esa estructura creo que me acerca a la idea inicial desde el principio. Algunos relatos precisan una estructura en espiral, todo el tiempo es un bucle que va de un lugar a otro. Me gusta la idea de contar algo desde la memoria, pero que no implique que sean mis memorias. El lector es quien hace de memoria al narrador. El narrador no tiene memoria, el lector va acumulando más información conforme va pasando hojas. El narrador comienza a preguntarse ¿Qué hice ayer? ¿Qué pasó? Y finalmente es el lector el que tiene más memoria. Digamos que el peso de la propia narración la va llevando el propio lector. Son estructuras en las que pienso mucho y me planteo cual es el formato adecuado para que una historia tenga decorado propio.

Sin pretender pecar de presunción desmedida, todo lo que he escrito, en el formato que sea, no me impide que duerma tranquilo. De alguna manera, creo que nadie se queda completamente contento con lo que ha escrito. Se corrigen cosas o se piensan en otros desenlaces. Me gusta creer que lo que he escrito, se parece mucho a lo que he intentado transmitir en cada latido y si me salió una mierda, ¡Joder! Es mi mierda y así ha salido. No pretendo salvar al mundo, me vale con no fallarme a mi y con ello no fallarle a nadie que me crea y sin prejuicios. Cuestión de estructura, cuestión de principios.

Pasado

Todos tenemos un pasado, pero ese tiempo secreto, que se diluye con el curso de los años, estrechándose, no siempre explica lo que somos en ...