viernes, 29 de septiembre de 2023

Las Redes

El silencio y la privacidad se han convertido en lujos de excéntricos. No hace falta largarse a una isla privada, de hecho casi nadie en la Tierra puede hacerlo y si puede, bueno…. A costa de cómo estará conciencia. Lo que yo me refiero tiene más que ver con lo que hacían los místicos, un especie de encierro en la cárcel interior. Puedes estar rodeado de gente y ruido pero solo y tranquilo. Soportar la marea del mundo es una cuestión de voluntad, de resistencia personal. Las redes me parecen un mecanismo de venta sin sentido valioso. Sé que el mundo va por ahí y que la cosa se ha hecho ya indomable, pero la mayor parte del tiempo, incluso cuando también uso las redes, lo que realmente quiero es que me dejen tranquilo. Vele decir que también he dado con personas increíbles todos estos años, referencias, apoyos, incluso amistades sinceras no solo virtuales. No creo en las musas. La puta pandemia aparte de cambiarnos la vida en muchos conceptos, fue un enorme puñado de obras mediocres, pesados tocando el ukelele en el balcón, lugares comunes. Puede que porque ya venía de estar cerca de personas que estaban enfermas de antes y con otra enfermedad que no estaba de moda, pero cuando oigo eso de  “lo escribí en pandemia”, “me encontré a mí mismo”, pienso: “Joder, haberte buscado antes”. Para ello hace falta silencio, privacidad y menos redes.

viernes, 17 de febrero de 2023

Los 400 Golpes

De joven formé un grupo de Punk. Bueno ,no lo formé yo sólo, éramos tres y nos fuimos dando forma, todo lo que se puede hacer con diecisiete años y millones de pájaros con sus excrementos por la cabeza. Nos conocimos en lo que antes era C.O.U. Suena antiguo pero era algo que había antes en los institutos y que te preparaba para poco más que nada. Vaya trío de pseudo-post-punks éramos, “Los 400 Golpes” . Uno era de cristal y se rompía con nada, herencia paterna que le quedó . El otro era de madera y no se rompía más que con un huracán o un terremoto, no sé de dónde sacó la herencia pero era uno de los tipos más duros del barrio, podías salir a cualquier hora que, en el barrio,  conocía a todo el mundo de ambos lados de ley . El tercero era yo y que estaba hecho de caña, de manera que podía doblarme pero no me rompía. Me inclinaba hacia un lado y hacia otro, tocaba el barro y vuelta a salir, me hundía y me doblaba pero no me rompía. Era cojonudo ser una caña, siempre que no tuvieses memoria, pero yo la tenía así que tuve que cambiar de proyecto. Sé que la música no se perdió nada con nuestra ausencia pero era divertido y de esa experiencia aprendí varias cosas, la más importante es que no te puedes pasar toda la puta vida tratando de remendar las cosas, que a veces es mejor que se rompan algunas y que otras se olviden. Y que 400 golpes son demasiados para solo 3 chavales de instituto y hay que tratar de protegerlos para que no se rompan antes de tiempo. Ñ0

viernes, 27 de enero de 2023

Poble Sec

Vengo de una generación de la que casi nadie se quedó allí donde estaba, quizás por eso podría decir que empatizo con los sureños norteamericanos, a pesar de que su contexto es distinto. Sí, entiendo mucho esa diáspora que se va de su lugar de origen pero que nunca consigue quitárselo de encima, porque esa ha sido precisamente la circunstancia de la generación de los sesenta y setenta. Nos fuimos del barrio, pero nunca conseguimos arrancárnoslo de dentro. Creo que las cosas son de un sitio, no de diez. Mi origen continúa vivo, existe y constituye el ayer, porque nunca ha cicatrizado. De hecho, creo que la incapacidad de cicatrizar es una característica distintiva de los que pretendemos hacer de narradores. Mi ayer es el barrio del Poble Sec junto al puerto de Barcelona  protegido por la montaña de Montjuic y mis magulladuras de infancia. Esto es lo que da relevancia a mi bagaje: Yo estuve allí ayer. No necesito hacer un gran viaje para tener cientos de vivencias. Tampoco es que sea algo excepcional ni tampoco tendría por qué estar relacionado con ser de una clase obrera, o un movimiento cultural, una moda  o cosas así. No creo que sea difícil de entender, en el fondo todo el mundo es raro, ¿no? Siendo objetivos, el barrio o el pueblo que no tiene una fábrica abandonada llena de okupas, tiene un psiquiátrico, o tiene un vertedero, o una central nuclear… Creo que es fácil empatizar con la rareza que se respira desde nuestra adolescencia y que se multiplica en nuestra juventud, ya que es una rareza universal y muy periférica. Siempre he querido saber explicar qué significa estar en los márgenes de algo, pero mirando hacia adentro. A veces no ves nada pero otras tantas en cambio…

Pasado

Todos tenemos un pasado, pero ese tiempo secreto, que se diluye con el curso de los años, estrechándose, no siempre explica lo que somos en ...