viernes, 23 de febrero de 2018

Infiernos

En los viajes cortos, pero reiterativos, solemos imponer una rutina artificial, crear fidelidades nuevas, hacernos con un lugar propio entre lo extraño. Los “nuevos mejores amigos” nos facilitan enormemente esa tarea. Saludos al entrar, bromas durante la cena, charlas sobre lo humano y lo divino. Escogemos un bar en el que los clientes son los mismos. Uno de los camareros nos cuenta su reciente separación. Ya no tengo casa, nos dice. A pesar del mal trago, el hombre lo lleva con sorprendente alegría, ¡Empieza otra vida! Lo grita varias veces como quien intenta convencerse. Nos despedimos sin tristeza aun a sabiendas de que posiblemente nunca volveremos a vernos. Para algunos el Infierno puede ser el Paraíso.

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