viernes, 13 de marzo de 2020

Bajo Los Párpados

Al parecer, los gatos duermen entre dieciséis y dieciocho horas al día ¡Joder!. Tengo perra pero no tengo gato, así que no he podido comprobarlo (tampoco está nada mal las horas que duerme Nala), pero me parece una buena manera de despistar al demonio y encarar con la debida desconfianza el difícil oficio de vivir. Durmiendo más tendríamos menos tiempo de jodernos los unos a los otros, al margen de otras muchas ventajas para el cutis y para la piel de dentro, y por si eso fuera poco, como decía aquella canción que cantaban a coro Tom Waits y Keith Richards, "eres inocente cuando sueñas".
Los sueños se encadenan, como bien deben saber los gatos, que, demonios o no, disfrutan de más horas a ese otro lado de las cosas que estos pobres nosotros tan empeñados siempre en madrugar para ver si cae la breva de que algún Dios nos ayude.
La vida bajo los párpados es todo un Universo, que viene a completar la vieja creencia establecida que sujeta que los sueños sólo se descascarillan en contacto directo con la realidad. O lo que es lo mismo, que los sueños sólo pierden su importancia al abrir los ojos y darse de bruces con nuestras ridículas ambiciones diurnas. Supongo que es por eso por lo que resulta tan monumentalmente aburrido escuchar a alguien contar sus sueños, o hablar de sus gatos para el caso, y tan entretenido soñar o ser un gato.  Tampoco resulta muy ameno este texto, disculpadme, no sé que pasa que últimamente duermo poco. 

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