viernes, 18 de septiembre de 2020

Raros

Es un error tratar de escribir siempre palabras que te hagan parecer importante, las palabras grandes, es bien sabido, siempre han cuidado de las personas pequeños. Yo, alrededor de ti, en cambio, no escribo nunca nada. No lo necesitas. Tú ya existes sin mí. La gente habla. Yo también... Cierro los ojos y el bloc de notas: Me acuerdo de Ibiza, blanca y dulce. Algo que considerar, incluso ahora. Sobre todo ahora. Desde el corazón y regulado por el ritmo y por la forma, me digo, tratando de enhebrar las palabras precisas y no otras. Qué peligro que corren nuestras ideas cuando nuestras palabras se confunden, o pretenden sin rigor y ajenas a su naturaleza abarcarlo todo. Ojeo la Biblia con incredulidad. Supongo que por eso debió caer Cristo tres veces, por pretender acercar algo de lo suyo a lo nuestro. O para disfrazar el bochorno de sus ridículos milagros. De haber seguido con el agua y el vino y los panes y los peces no hubiese sido nunca un mesías, sino una empresa de catering. La indignidad de mirar de cerca lo indigno nos iguala. Nuestra vulnerabilidad humana también y de esa si que no hay bicho viviente que se salve. Corren tiempos raros. Todos somos raros.

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