viernes, 20 de mayo de 2011

La Rabia

Mírale. Está como un motor pasado de vueltas, a punto de salirle fuego por todos los lados, si te acercas a menos de 100 metros puedes oler su olor a quemado y se ha quedado sordo de tanto gritar.


Tiene los ojos rojos, tan rojos que no pude ni llorar, la sangre le hierve, el corazón le late a doscientas pulsaciones por minuto. Tiene rabia. Está lleno de toda la rabia que le puede caber. Aúlla como un lobo, se hincha como un sapo, de la boca le salen toda clase de serpientes y de su cabeza huyen los pájaros. Pincha como un erizo, araña como un gato, se va poniendo de todos los colores, es una especie de enorme camaleón.

Y no le digas nada que no te escuchará, ni le hagas señales porque no te verá, si le tocas te quedarás electrificado para siempre. Y cuando ya no quieras verle, sal de delante del espejo, si no se te pasa la rabia al menos la verás menos. Ya se sabe que de los bichos vivos, el avestruz, es de los más espabilados en esto llamado La Creación.

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