El viejo pescador se sentó en la arena recostado en su barca; con una
voz ronca, tranquila y hablando muy lentamente le dijo a su nieto:
“Los únicos regalos del mar son golpes duros y
ocasionalmente la opción de sentirse fuerte. Me he pasado la vida en el mar y sé
que es así. Esto me ha enseñado también que lo importante en la vida no es necesariamente
ser fuerte, sino sentirse fuerte. Medirse uno mismo aunque sea una vez.
Encontrarse aunque sea una vez en las más primitivas condiciones humanas.
Enfrentando la ceguera y la sordera solo, sin nada que te ayude excepto tus
manos y tu propia cabeza. Así lo hace el mar y así te enseña a ti a hacerlo también”.
Me encanta, todo muy cierto... si te sientes fuerte podrás ser fuerte, ¿no?
ResponderEliminarFuerza es lo que se necesita a veces, fuerza y solo fuerza, y destreza...
El mar maravilloso, mi nombre viene de ahí:)
Un besoteeeeeee