En la inquietud y en el esfuerzo de escribir, lo que te hace continuar es la certeza de que en la página queda algo no dicho.
A veces hace falta muy poco para que no exista lo que existe, aun así o tal vez por ello, buscamos la comunicación sin pensar en los daños colaterales que ello acarrea, como abrir un cisma en los afectos humanos, y no lo es tanto porque se puede producir un desarraigo profundo, sino porque vuelve a cerrarse demasiado rápido. Lo imaginario es una parcela decisiva de la realidad, interviene en ella, lo modifica y le otorga nuevos valores.
Al final siempre nos queda algo por decir, aunque tuvo su momento de ser dicho.
La comunicación que se establece entre lo que uno dice y lo que los demás entienden queda en ocasiones frenada por el impacto de la interpretación que cada uno hace de las palabras, de las ideas, de los textos... Si traspasamos la cuarta pared el diálogo será más fluído. Que todo fluya pues...
sábado, 7 de febrero de 2015
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