La verdadera diferencia entre un libro, un diario o una libretilla de anillas no está en quien lo escribe, sino en quien lo lee. La importancia de caer en las manos adecuadas en cada momento de la vida nos marca el estar o no en donde nos gustaría.
En esta vida las cosas no son una cuestión de edad. No todas las personas mayores son sabias, no todos los bebés son dulces y no todos los jóvenes son unos vagos que no quieren trabajar y que se cargan la sociedad. Hay ancianos antipáticos y faltones, hay bebés que resultan una pesadez y hay jóvenes con ganas de trabajar, de estudiar, de formar una familia y de asumir retos. Lo dicho, todo depende de en que manos caigas. A mi siempre me han gustado las libretillas de anillas.
La comunicación que se establece entre lo que uno dice y lo que los demás entienden queda en ocasiones frenada por el impacto de la interpretación que cada uno hace de las palabras, de las ideas, de los textos... Si traspasamos la cuarta pared el diálogo será más fluído. Que todo fluya pues...
sábado, 10 de octubre de 2015
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