Tal y como como el astrónomo solitario en su observatorio
contempla cada noche a través de la diminuta rendija del telescopio las
miríadas de estrellas, así miramos desde
nuestra lucha al otro universo de los días, que también gira constantemente y
se transforma, a ese mundo más allá del nuestro. Todo lo extraordinario e
indomable de nuestra existencia se plasma únicamente por la concentración
interior, desde nuestra alma
A pesar de todo, seguimos. Aunque el viento que sigue a nuestro zapato ya borra
nuestra última huella.
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