viernes, 20 de julio de 2018

Marte

Da un poco de rabia ese afán por copiar todo lo americano, sus películas, su literatura o su modo de vivir. Será que soy mediterráneo, claro. Pero no deja de tener su puntito que una sociedad con la que es imposible no estar familiarizado resulte a menudo, sin embargo, tan incomprensible.
No entiendo que en cualquier momento pregunten si tienen hambre, en lugar de comer a su hora. No entiendo los coches con franjas de madera. No entiendo que cambien de domicilio como de ropa, y puedan estar años sin ver a un hermano y, cuando se encuentran, le recuerden una deuda de veinte dólares. Ni que en cualquier pueblo perdido haya una atracción turística y dos moteles y tengan visitantes. Ni el proceso por el que un iraní, un keniata o un mexicano llegan a sentirse tan patriotas americanos como los tíos de camisas de cuadros que los perseguirían en su pickup con bates de baseball. Ni que alguien trabaje en una inmobiliaria, después sea profesor y luego abra un restaurante. No entiendo esa manera de vivir hacia sí mismos; porque no es cierto que se crean el centro del mundo: para ellos, Estados Unidos es el mundo.
Es como si mis películas favoritas, la música que más he escuchado y mucha de la literatura que más me gusta procediesen de Marte. Supongo que querría saber qué cojones pasa en Marte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Traspasa tú también el muro y dime...

Pasado

Todos tenemos un pasado, pero ese tiempo secreto, que se diluye con el curso de los años, estrechándose, no siempre explica lo que somos en ...