Con independencia del clima, cuando los tiempos cambian, nuestra forma de ser da un vuelco, nuestras sensaciones, emociones, sentires… todo muta. Nos intentamos adaptar cual camaleones intentando mantener más o menos altivo lo que queda de nuestro “yo” de siempre, que el poder y el querer se multiplican cuando los pasamos por la pócima del creer, del creer en nuestro esfuerzo, en nuestro trabajo, en nosotros mismos.
Y aprendemos a querernos en los sitios más insospechados, en un viejo café mientras nos tomamos a sorbo nuestra dignidad batida, mezclando las esperanzas rotas con el zumito de una naranja amarga y el tallo de un apio algo desabrido. Aterrizando una cucharada de realidad desde bien arriba para que la mezcla tenga su toque de verdad, ese sorbo que al principio resulta amargo pero que deriva en dulce… Y es que todo cambia, aunque todo siga igual.
La comunicación que se establece entre lo que uno dice y lo que los demás entienden queda en ocasiones frenada por el impacto de la interpretación que cada uno hace de las palabras, de las ideas, de los textos... Si traspasamos la cuarta pared el diálogo será más fluído. Que todo fluya pues...
lunes, 25 de marzo de 2013
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