lunes, 20 de mayo de 2013

Rumbo



Cuando ya había caído la noche, el viejo marinero avivó el fuego de la chimenea, sentó a su nieto sobre sus rodillas y le explicó con una sonrisa que nunca debería conformarse con algo que fuese  inferior a sus sueños, y que en algún sitio y momento, algún día, y de alguna manera los encontraría: 

“De pronto un día sentirás que el viento pasa por dentro de tu cuerpo antes de que llegue a la vela. Será en ese instante, al percibir esa sensación, que comprenderás que ya no habrá nadie que pueda indicarte el camino o el rumbo a seguir, y todo dependerá entonces de tu propia inspiración”

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