A veces la vida revoluciona el término “sorpresa” llevándolo a otro nivel. Cruza todas las líneas y se pasa de la raya, poniendo el listón tan jodidamente alto que parece que nada nuevo pueda llegar y nos provoque cortocircuitos en la tripa. Después de según qué cosas, no. Podría intentar apuntar al respecto del monstruo que acampa a sus anchas por nuestras vidas pero no estoy por la labor. No haré intentos para domesticar el miedo. Porque al miedo hay que mirarlo de frente para saber cuánto mide, qué está masticando y cómo nos has encontrado. La experiencia es un tratado sobre el deseo entendido cómo la capacidad humana para auto-inmolarse, para encender la mecha sin dejar de sonreír aun sabiendo que ese trocito insignificante de cuerda desemboca en nosotros.
Una vida sin miedos, sin sorpresas, sería una vida propia de piedras. El problema no es el miedo, el problema es ser cobarde. Vamos a disfrutar de la vida, mucho, poco, algo, lo que sea...
La comunicación que se establece entre lo que uno dice y lo que los demás entienden queda en ocasiones frenada por el impacto de la interpretación que cada uno hace de las palabras, de las ideas, de los textos... Si traspasamos la cuarta pared el diálogo será más fluído. Que todo fluya pues...
viernes, 2 de junio de 2017
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Pasado
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