viernes, 15 de junio de 2018

Héroes

Yo escribía canciones. Era feliz, la gente no tanto pero yo sí, me vine arriba y me pasé a escribir relatos. La única manera de hacerse mayor con dignidad en el precioso oficio de autor es la de seguir la escuela de mis héroes, Bowie (EPD), Dylan, Sabina, Serrat… esos “viejos” poetas/cantantes, a los que cada vez veo con más admiración. Los grandes, cuanto mayores son, mejor, como los flamencos. Ese es el camino: un compromiso total con la artesanía de tu oficio, con la honestidad, con la creación. Si sigues fiel a eso habitas el único espacio de la edad en el que envejecer mola. Para el resto de las cosas es una putada. Ya no echo de menos ser un autor joven. No me apetece estar tan acelerado como entonces. 

Ahora me toca escoger más los textos y también tratar de alimentar la creatividad de mis hijos. El pequeño tiene una divertida vena artística, al mayor lo veo másterrenal. Echo la vista atrás y veo que mi educación fue humilde pero buena. Mis padres eran responsables y nos miraban las notas y repasaban los deberes. Yo flipaba cuando a mis compañeros sus padres, que jamás les repasaban nada, les echaban la bronca por las notas en el boletín semanal. Entiendo que, sin cortar iniciativas ni alas, hay que organizar un poco la vida de los hijos. Eso nos mantiene jóvenes siempre, no importa la edad.

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