viernes, 22 de marzo de 2019

Dos Acordes

Un genio de la música del siglo XX decía que para él “un acorde era suficiente, dos eran para empujarlo y tres ya eran jazz”. El tipo era Lou Reed y en realidad nunca le hicieron falta más de esos dos acordes y ese sonido horrible, para convertirse en una de las voces más influyentes de la música. Así de sencillo, dos acordes. Canciones como “Heroína”, con la que con una única nota repitiéndose durante más de siete minutos, era capaz de atraparnos en ese sucio viaje hacia las alcantarillas. Siete minutos desde ese primer ritmo tranquilo e hipnótico, hasta ese final frenético y ruidoso, con el que no resulta muy difícil hacerse a la idea de cómo eran aquellos viajes de caballo a los que tanto se aficionó en los años 80. Cuánto con tan poco. Cuánto  también con el susurro de “Walk on the wild side”. A mí, desde luego, me raptó en un primer álbum por el que algunos le dieron el apelativo de Padrino del Punk, una década antes de que Sex Pistols hicieran lo propio.
Desde aquel disco, y con aquella forma de tocar entre chunga y atractiva, Reed se adelantó siempre a su tiempo en todo lo que hizo. Primero con las performance junto a Wharhol y, después, con la fusión de la música callejera con elementos vanguardistas de la música europea. Siempre impredecible. Ahí iba él, por el lado salvaje de la vida, cambiando de piel cada poco tiempo. El glam, el rock o el punk de hoy en día son impensables sin su aportación ni sin aquellos dos Acordes. Cuánto con tan poco.

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