viernes, 15 de marzo de 2019

Un Cuento

Cuentan que una joven monja se tomó por error una Viagra y tuvo una erección fantasmal. Ignorando la advertencia de que cuando el miembro permanece en tensión más de cuatro horas seguidas hay que acudir a un servicio de urgencias para evitar daños irreparables en el tejido de la uretra, la joven, avergonzada, no fue al hospital hasta el tercer día, y ya con unos dolores insoportables en el pene hipotético aparecido tras la ingestión de la pastilla azul. Dado que los doctores no sabían cómo detener esa erección inexistente, pasaron unas horas antes de que al jefe de urología se le ocurriera proponer a la chica una eyaculación fantasmal para acabar con aquel caso tan extravagante. En el convento, se opusieron a que la joven se masturbara , no solo repudiaban el onanismo en general, sino que les parecía aún más condenable si se practicaba con un miembro inexistente. Un doctor intentó explicarles que el miembro masculino objeto de la masturbación es siempre imaginario, aun cuando se pueda tocar. Pero no hubo forma de sacar a las monjas de sus trece y el hospital tuvo que conseguir una autorización judicial para proceder a la descarga imaginaria y desapareciendo los dolores al instante así como el miembro falso, si hay alguno verdadero.

Se dice que congelaron el semen quimérico resultante de la eyaculación irreal y ahora pretenden fecundar con él un óvulo aparente para obtener un embrión fantasma. Si los fundamentos teóricos no fallan, podrían conseguir un ser invisible. A mí no me parece que eso no tenga un gran mérito. Lo difícil, en estos tiempos, sería fecundar a alguien real.

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