viernes, 31 de mayo de 2019

Jose Cuervo

Me paso la vida escribiendo  notas y esbozos de pequeñas historias, incluso algunos poemas en el bloc de notas del móvil, en papeles, Keenex, servilletas de bar y palabras sueltas o mini frases en mi mano y que me indiquen una pauta de inicio ni que sean las cuatro de la madrugada, todos esos apuntes luego acaban por ir a parar a cualquier parte: Los bolsillos de mis pantalones, chaquetas, cajones medio olvidados y lugares más improbables. Hace media vida, un verano, estando de vacaciones con un grupo de amigos en unos apartamentos dentro de un camping en la Costa Brava, uno de ellos, del apartamento de al lado, me preguntó si teníamos una botella de tequila, le dije que mirara en la nevera, donde encontró un cuaderno mío de notas y de color negro, congelado. Al parecer Jose Cuervo me lo estaba cuidando. No es la mejor manera para que unas historias se conserven vigentes en el tiempo, al intentar abrir la libreta todas las hojas estaban enganchadas entre sí habiendo fusionado, mezclado y borrado todas las frases, se quedó literalmente destrozado al pretender desengancharlo. Sin embargo el tequila estaba perfecto y su ingesta ayudó a la creación de una historia llamada "Hombrecillos" y que años más tarde encontró cabida en uno de los primeros post de este blog. Para que luego digan que no podemos congelar el tiempo...

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