viernes, 3 de mayo de 2019

Madera

Haciendo la mudanza para que mi madre dejase su viejo piso sin ascensor por uno más pequeño pero que si lo tiene, vi mi primera guitarra, fabricada desde hará más de 40 años. La saqué de la funda, conservaba su raja astillada en la caja de un estúpido día mío de furia, parecía hecha de helio, muy ligera. Me la puse en la cara y la olí, era de cedro, sencilla pero muy bien diseñada, y mantenía esa fragancia de la madera viva. Sabemos que la madera nunca acaba de morir y por eso olía el cedro, tan fresco, como si fuera el primer día, cuando mis padres me la  regalaron hace un montón de años. Una voz parecía susurrarme: “Tío, ya te estás haciendo viejo y no has dado las gracias, no has devuelto tu gratitud a quien la merece: El suelo, la tierra, el cielo, el mar... " guardé la guitarra con cuidado en su funda y esta vez me la llevé a mi casa. A los pocos días me  abrí la cuenta en Instagram, desde ese instante cada día procuro dar las gracias al amanecer y al anochecer, a mi manera. Y si se tercia, tomar un chupito de Bourbon después de cenar, ese es mi particular tributo a la madera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Traspasa tú también el muro y dime...

Pasado

Todos tenemos un pasado, pero ese tiempo secreto, que se diluye con el curso de los años, estrechándose, no siempre explica lo que somos en ...