viernes, 21 de agosto de 2020

Leyendas

De niño, en el barrio, se relataba la aventura de un vecino del que se decía que había sobrevivido a un naufragio flotando durante una semana sobre una puerta. Supongo que vivir al lado del puerto en un entorno humilde, de clase obrera y con pocos lujos por no decir ninguno, fomenta la imaginación, las habladurías y las leyendas. Y creo también que en los pueblos y aldeas más recónditos del planeta a día de hoy sigue siendo así. Sin Internet, sin televisión sólo queda la conversación y la compañía física. Juegos para los críos en la calle y poco más... O tal vez debiera decir todo eso. Desconozco quién era el vecino en cuestión, incluso si la peripecia acaeció de verdad, pero no dejo de meditar en ese hombre, azul y agua, negro y agua, asido a una puerta por la que no es posible huir.

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