lunes, 19 de marzo de 2012

Padres

Hubo una época en mi vida, que vino a acontecer cuando un servidor tendría unos quince años, en la que mi padre era tan ignorante, que no había forma de poderle hacer entender nada. Absolutamente nada. Algunos años más tarde, unos cuatro o cinco después, me pareció acojonante lo muchísimo que mi padre había aprendido en ese espacio de tiempo... y comprendí que por duro o severo que sea un padre juzgando a su hijo, nunca es tan severo como un hijo juzgando a su padre.


Y es que a un padre hay que ayudarlo. Siempre. Hay que enseñarle que la vida es difícil. Pero hay que hacerlo mientras todavía lo tenemos con nosotros, después resulta imposible. Aunque sea su día.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Traspasa tú también el muro y dime...

Pasado

Todos tenemos un pasado, pero ese tiempo secreto, que se diluye con el curso de los años, estrechándose, no siempre explica lo que somos en ...