Somos la frontera entre lo que
hay dentro y lo que ves por fuera. Como el árbol que mantiene oculta la
mayor parte de su raíz. Una vieja leyenda Sioux cuenta que los árboles tienen una vida secreta
que sólo les es dado a conocer a los que trepan a ellos. ¿Qué pasa entonces
con las personas? ¿Podemos trepar por ellas?
Sabemos de personas que son auténticos “trepas” de
cuidado, si bien ese no es el concepto Sioux. Así que decido subir a la montaña,
escojo el árbol que me parece más viejo y subo, trepando, por él. Me cuenta que no
importa el camino de ida, nunca ha sido lo más relevante, sino el camino por el que se debe ir. Y decido ir por
donde la brújula no apunta. Seré un Sioux… (en peligro de extinción).
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